jueves, julio 02, 2009

Mujer contra mujer

-Quería decirte... que... estoy muy caliente. Cuando bebo me pongo muy cachonda...

...me dices mirando no se si a mis ojos o a mi boca.

Un silencio incómodo, seguido de unos labios inexpertos besados por una de las reinas de la Colmena. Mordiscos en el cuello y empujones contra la pared del vàter del pub. Ahora tu, ahora yo...

Salimos una detrás de otra y te cojo de la mano para llegar hasta nuestra mesa. Todo el mundo se lo huele, pero nadie dice nada. Creo que piensan que yo, doña Mosquita muerta, no se jugar como las demás.

Quizá no tan bien, pero a la larga corroboraré que mis torpes y mal disimuladas insinuaciones, antes o después, acaban dando sus frutos.

Seguimos bebiendo y cruzamos nuestras miradas por casualidad algunas veces más. La música no da lugar a silencios incómodos, aunque puede que no haga falta el silencio para sentir la incomodidad.

Llega el momento, nos echan. No pasa nada, migramos a la discoteca más cercana.

Una vez más buscamos cualquier excusa para separarnos del grupo. En la planta superior hay un baño que todavía no hemos explorado. Entramos. Sin rodeos te lanzas a por mí. me dejo querer un poco, pero hay algo que ronda mis pensamientos.

Se que tienes novia. También me han contado bastantes cosas de tí. Incluso tus amigos. No quiero ser una más en una eterna lista de amantes. Aunque... quizá no sea tan malo.

Al fin y al cabo eres tú la que debería de rendir cuentas. Yo soy libre de amar, o disfrutar en este caso, con quien me venga en gana. El tiempo me insistirá en este dilema.

Aquí todos somos mayores para decidir. Aunque no mayores de edad. Tú, al menos, no lo eres. Pero en este campo de batalla, eres más ducha que yo.

Mientras haces tuyo mi cuello a base de mordiscos, una mano intenta abrirse paso entre mi camiseta y mi pantalón. Te freno. No quiero que mi primera vez sea así y te lo hago saber.

Volvemos con los demás y la noche va pasando sin grandes novedades, aunque reconozco que te busco e intento forzar las situaciones. Así sabré hasta que punto me deseas como para demostrarlo en público.

Llego a tal extremo, que sabiendo tú que al amanecer mi calabaza del 18 cumpleaños desaparecerá, insistes en tu cansancio y en que debemos ir los tres a una de tus casas.

Allí llegamos un buen amigo mutuo, tú y yo.

Hay dos camas pequeñas juntas en una gran habitación. Él cae rendido casi instantaneamente. Por suerte es un hombre de sueño profundo, si no, no se que clase de situación se habría creado.

Nos tumbamos. Tu mano roza la mía. Estando boca arriba giro mi cabeza hacia ti y te contemplo dormir. O eso creo. Me giro para quedar de lado y tú también lo haces, quedando justo frente a mí.

Nuestros labios no tardan un segundo en unirse de nuevo, primero dulcemente, más tarde de manera apasionada.

Mis manos, cuanto menos, inexpertas frente a las tuyas que ya tienen grabadas las formas de mil mujeres, se debaten... cintura... espalda... cuello... Quien fuera Vishnú en estos momentos.

Mientras, tú ya tienes claro tu destino. Una mano me acaricia el pecho mientras otra va bajando lentamente.

Cuando quiero darme cuenta, el placer entra en mí y me dejo llevar. Pero tras unos pocos minutos de jugueteo tenemos que parar y así te lo hago saber. No estamos solas en la cama y es mejor no dejarnos llevar. Además he de volver a casa pronto, mi carroza está a punto de convertirse en calabaza.

Nos separamos y cual galán de época me guías a la puerta.

Esperamos mi taxi sumidas en un silencio incómodo a la par que complice. Ya ha llegado. Me das un beso.

Se que no ha sido perfecto ni maravilloso. Se que no volverá a suceder. Pero te guardo en mi memoria.

Una bonita "casi" primera vez.

martes, junio 30, 2009

Disculpas...

Por razones de rapidez, las entradas no estarán cronológicamente ordenadas, pero cuando tenga las suficientes empezaré a crear un eje que las ponga en su lugar.

Gracias de antemano,
Dangerous Gamer.

Un juego peligroso


Tantas veces he pensado en mi vida, tantas vueltas le he dado a cada paso. A veces, antes de darlo. A veces, después. Que casi la siento como una historia.

Como ese libro que nos acompaña en las noches de adolescencia. Que por mucho que sepamos que lo anclaremos llegado cierto punto, pues la historia en sus malos momentos nos cala tan hondo, no podemos evitar empezar una y otra vez.

Otras veces, la siento como un juego. Una partida unidireccional en la que cada puerta que abres condiciona el siguiente nivel. En la que cada puerta cerrada es experiencia que no consigues.


Y quiero toda esa experiencia para mí.


Quiero volver a cantar. No bajarme jamás del escenario. Quiero no tomarme tan en serio aquel noviete. Luchar por el amor de aquella mujer. Ser egoísta y no pensar en el resto del mundo. Seguir teniendo mi mejor amiga a mi lado. No parar de bailar nunca. seguir en un eterno carnaval.

Quitarme la máscara y descubrir que no la llevaba. Que siempre fuí la que mostré publicamente.



Pero es la vida real.

Y en ella no hay focos, ni apuntadores. Sólo improvisación pura y dura.


Bienvenidos a mi blog, el archivo en el que quedan guardadas todas las escenas no representadas. Los finales de obra que nunca ocurrirán.




Quizá remover todo esto sea un juego peligroso...

...pero me gusta jugar.